Vistas de página en total

jueves, 17 de diciembre de 2020

 Hoy me he levantado preguntándome si tiene algún futuro la educación tal y como la conocemos. Esa educación que lleva más de 2 siglos siendo lo mismo. El profesorado en la tarima, sentado en su mesa o escribiendo en la pizarra, mientras que el alumnado aprende, o hace como que aprende, desde el palco, contenido que está muy alejado de lo que realmente ellos necesitan saber o tienen interés en hacerlo. La educación actual se está desprendiendo a un ritmo vertiginoso, de instrumentos de escritura. Libres de un bolígrafo, de un lápiz, de un subrayador, de un folio o de un cuaderno. Se han vuelto presos de la yema de sus dedos, sobre todo el índice. ¡Quién lo diría! Años de cuadernillos rubio para dejar de escribir en soporte papel. El bichito, como le llaman en muchos lugares y mono-tema de este año tan infernal, parece que ha venido para quedarse y la educación la ha desfigurado como daño colateral, aunque a mi parecer, ha sido la excusa perfecta para hacer obras y hacer limpieza. El alumnado visita cada día el aula con una Tablet, que o bien le han cedido o bien le han comprado sus padres. Dicen que es para evitar problemas de espalda, pero existe el mismo interés económico sólo que escondido tras la tecnología. Ya hacen resúmenes en una aplicación, esquemas en otra o subrayan con una opción incorporada en el archivo de lectura. ¿Cómo se les va a mostrar el camino hacia en el hábito de lectura, si no ven libros físicos? Está usted exagerando, pensará... pero... ¿y dentro de 50 años? ¿Quién nos dice que ya no se lea en papel y sí de forma electrónica? ¿Dónde quedará el hojear y el ojear un libro? ¿Serán las bibliotecas y los libros carne de cañón de museos? El otro día, hablando con un chico al que le doy clases particulares, me sorprendió el hecho de que en plena secundaria, no tuviera un solo libro en su habitación. No sabía un ejemplo de cuento literario y no podía tampoco ponerle ejemplos sobre libros de su habitación. Tampoco podía en base a ello, repasar gramática. Cada día se escribe menos en papel y eso está haciendo que nuestro cerebro sólo se acuerde de consultar o el móvil o la Tablet, la información de la que precisamos. Ya no memorizamos, lo hacen esos soportes por nosotros. Quizá a otra civilización anterior a la nuestra le pasó eso. Dejaron de escribir en papel, se acostumbraron a escribir sobre tecnología. Se fue la luz y se dieron cuenta que ninguno sabía hacer nada. Sería un cuento aterrador que parece que estamos abocados a hacerlo realidad con esta forma de vida.